LA diferencia de Caza mayor con Las máscaras furtivas es que, siendo como es una historia de agentes secretos, los de Las máscaras son imaginarios (más o menos) y los de Caza mayor son reales. Esos personajes reales se mezclan con otros más o menos imaginarios. Yo no sé si esto es bueno o malo; lo que sé es que eso es lo que me divierte cuando escribo. Mis personajes tendrán todos los defectos del mundo, pero no se dividen en buenos y en malos y, aquí menos que nunca, tratan de aparecer como héroes o como mártires. Tampoco es que sean antihéroes, pero tampoco pretenden ser ejemplares, sino que humildemente se hacen preguntas, abrigan dudas y dejan que el azar o la Providencia despejen sus incógnitas. Muchos de ellos, tanto los reales como los imaginarios, han dejado testimonio escrito de sus peripecias o incluso memorias, biografías y entrevistas, pero raro es el que haya hecho una confesión general. En general, todo el que se confiesa se confiesa a medias, como González
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